miércoles, 1 de febrero de 2012

así.

Siempre damos mil vueltas, vas de aquí para alla, nos perdemos, nos volvemos a encontrar, nos caemos y nos volvemos a levantar y así sucesivamente. A veces de tanto sufrimiento, de todo el daño que llegamos a sentir, las decepciones, las mentiras, y toda la mierda que llegamos a tragar en una milésima de segunda hace que tirar la toalla sea la mejor solución. Pero si cada vez que algo sale mal, que algo nos falla o nos abandona tirasemos la toalla nos perderíamos muchos trenes. Si pretendes que todo te salga bien a la primera, menudo aburrimiento; si esperas que todo sea perfecto, como en las peliculas ¡ja! menudo iluso. Primero, todo lo que pasa en las peliculas es mentira, no existe. Y segundo, todo lo que merece la pena cuesta, nada es fácil. Y da igual, cuantas veces te hagan daño, todas las veces que hayas tenido que llorar, porque creeme que aún te quedan muchas lágrimas que soltar, no importa las veces que te hayas quedado sin ganas, sin fuerzas porque como dicen después de la tormenta siempre llega la calma. Si hoy fue un día malo, no significa que mañana también lo sea. Que solo tenemos una vida, y somos muy jóvenes para dejarla pasar. Que hay momentos que en menos de un segundo pueden desaparecer, y personas que si las dejas escapar nunca vuelven.
Ah, y que no se me olvide, no importa cuantos gilipoyas hayan entrado en tu vida, ni cuantas caras bonitas te hayan llenado con mentiras, porque siempre habrá una persona dispuesta a llenarte de cariño. Asi que ya sabes, que nada del pasado sea un tropiezo en tu presente, ni en futuro. Que todo se olvida, que lo malo queda atrás, que somos capaces de guardar en nuestra mente solo lo bonito de cada cosa para así seguir adelante. Cada día puede ser una historia nueva y nada ni nadie es lo suficientemente importante en tu vida para impedir que sigas adelante.
¡que les jodan a todas esas personas que no valen una mierda, que se miran al espejo y no se conocen ni a ellos mismos! Siempre habrá alguien esperandote con un abrazo, con una sonrisa de oreja a oreja, con un beso, susurrandote un te quiero, alguien dispuesto a hacerte sonreír las 24 horas del día y a secarte las lágrimas también. Como tú, por ejemplo.

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